lunes, junio 11, 2012

Cómo hemos llegado al Rescate


Laureano Figuerola, ministro de Hacienda del gobierno provisional surgido de la revolución de 1868 (La Gloriosa) firmó el decreto por el que se implantaba la peseta como moneda nacional sustituyendo a las 21 unidades monetarias que había en circulación. Cuando nació la peseta su cambio respecto al franco francés era de 1 a 1 ya que ambas tenían 5 gramos de plata. Teniendo en cuenta que cuando en 2002 pasaron ambas a euros hacían falta 25 pesetas para conseguir un franco, significa que en 144 años nuestra moneda se devaluó respecto a la del país vecino un 2500%.
Como pasa con la inflación, que poco a poco nos va comiendo los ahorros sin apenas darnos cuenta, las sucesivas devaluaciones han ido menguando nuestro capital. No obstante, sin cambios de nombre y dentro del país, todo ese proceso apenas era percibido por la población, como igualmente ocurrió con liras, dracmas, escudos etc, en sus respectivos países e incluso con el propio franco francés. El € ofrecía la ventaja de que a partir de 2002 ningún gobierno podría jugar con el valor de la divisa en que estaban denominados nuestros ahorros porque no podía recurrir a la devaluación lo que significaba que debían hacerlo excepcionalmente bien vigilando las finanzas públicas con mucho cuidado ya que los juegos de política monetaria se habían acabado. Para más inri, nuestro nuevo banco central, BCE, tenía -y tiene- como principal objetivo contener la inflación por lo que el crecimiento y sostenibilidad de un país miembro sólo se podía conseguir con una correcta politica económica y presupuestaria… y si acaso con alguna ayuda de otros miembros de la UE (por ejemplo los fondos estructurales para corregir desequilibrios). 
Los primeros años del € en España parecía que la receta funcionaba y llegamos a 2007 con superávit presupuestario y una de las tasas más bajas de deuda pública en relación al PIB (42%) no gracias a una especialmente buena gestión de nuestros políticos -en todos los niveles de la Administración- sino sobre todo por el fuerte incremento de los ingresos provocado por un crecimiento económico por encima de la media europea. ¿Cómo se consiguió esto? Gracias a la burbuja inmobiliaria que creó empleoaltas recaudaciones en las administraciones públicas y una elevación del precio de la vivienda que -¡oh, por los duendes de la estadística!- no alteraba la inflación oficial puesto que no está inluido en el IPC. A cambio de todos estos efectos tan positivos la deuda privada y bancaria se disparó con el agravante de que nos acostumbramos a un flujo de dinero en general procedente del exterior en el que se basaba nuestra capacidad de endeudamiento pues la idea no era reducir deuda si no aporvechar los tipos de interés baratos -obra y gracia de BCE- y el crédito fácil -obra y gracia de la codicia y la falta de supervisión- para seguir renovando la deuda con más deuda.
Tan en la inopia estábamos que ya iniciada hacía meses la actual crisis mundial y con el sector privado empezando a sentir las restricciones de liquidez, nuestro gobierno aún presumía de la fortaleza de nuestra banca, negaba la mayor y no previó que los ingresos iban a menguar tanto que habría que ajustar los gastos. El descalabro ha sido tal que con apenas unos pocos años de fuerte desajuste presupuestario (déficit) sumado a las ayudas a la banca, nuestro ratio deuda publica/PIB acabará 2012 siendo el doble que 5 años atrás mientras el sector privado se asfixia con las deudas que apenas puede renegociar para evitar su incumplimiento. Las entidades financieras, endeudadas con el exterior, con una morosidad al alza generada por el aumento del paro y de las quiebras empresariales, un negocio a la baja porque no quiere arriesgar su escasa liquidez otorgando crédito en una economía en recesión, unos activos en forma de promociones inmobiliarias y suelo de escaso valor, con sus participaciones bursátiles en números rojísimos y una cartera de bonos que cada día son considerados menos solventes, necesitan ayuda para sobrevivir. Las que peor lo llevan son las cajas de ahorros ya que aparte de su discutible gestión en muchas ocasiones dirigida por motivaciones políticas, tenían su negocio muy poco diversificado: mercado interno y centrado en los créditos hipotecarios y a empresas dedicadas a la construcción y promoción inmobiliaria.
Desde finales de 2008, en una política que ha resultado ser global, el estado español ha apoyado a la banca. El problema es que no le puso ningún condicionante a esa ayuda a diferencia de Holanda con el grupo ING, por lo que no vieron la necesidad de deshacer posiciones y aumentar provisiones y muchas siguieron presentando beneficios y repartiendo dividendos de forma irresponsable. Bankia ha sido la gota que ha colmado el vaso y se ha tenido que intervenir implantando de repente unas condiciones tan duras que muy pocos serán capaces de cumplir sin más ayudas. Ahí es donde el estado, con los mercados internacionales exigiendo cada vez más rentabilidad a la deuda española, se ve incapaz de conseguir por sí misma esa financiación extra y pide ayuda al BCE que parece se niega. Tras muchas conversaciones de las que no conocemos con seguridad apenas nada (y por lo tanto no podemos especular ni siquiera sobre las condiciones), de nuevo Europa saca la billetera para ayudar a un miembro, el más importante -por su tamaño y carácter sistémico- hasta ahora.
Supone más deuda en el debe del ciudadano español -y de nuevo para pagar los platos rotos de la banca- y por supuesto es un rescate (crédito extraordinario de otros países a España), algo que ya se inció con la compra masiva de deuda española por el BCE en verano de 2011 (y también China). Tampoco es una solución si no, como todo préstamo, una forma de ganar tiempo a la espera del crecimiento económico y la vuelta a la confianza, si bien es difícil -viendo los otros 3 rescates- saber si aumentarán las dificultades de financiación en el exterior, esperemos que no porque no creo sea suficiente la estrategia circular ”estado ayuda a la banca, la banca compra la deuda que emite el estado”. En principio esta ayuda financiera de la €zona manda un mensaje positivo claro de que el mayor riesgo para la economía española -una posible expulsión del €- se aleja ya que no tendría sentido arriesgar tanto dinero si no es porque nos quieren ver dentro y entiendo hay un compromiso para ello. 
No obstante, hace dos años y 1 mes se aprobó el primer rescate a Grecia por una cantidad similar (110 mil millones que en principio iban a ser sólo 30 mil) y los discursos de entonces -y la euforia bursátil del día posterior- ahora nos parecen todo un ejercicio de cinismo. Confiemos en no pensar lo mismo respecto al actual en un futuro cercano y los mejores deseos para nuestros gobernantes que esperemos recuerden que su única opción es gestionar bien ya que los trucos de la devaluación y la alta inflación no son aplicables y el de crecer con más deuda tampoco.



Fuentes: wikipedia, euribor.com, expansión.com, elpais.es

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